miércoles, 2 de abril de 2008

Si fuera, pero no soy.


Si fuera un mes: Abril.
Si fuera un planeta: Saturno.
Si fuera una hora del día: 7 pm.

Si fuera una bebida:
Baileys.
Si fuera un instrumento musical: Guitarra acústica.
Si fuera una fruta: Sandía o Melón.
Si fuera un sabor: Caramelo.

Si fuera un postre: Galletitas o Helado de Vainilla!

Si fuera una comida: Lasagna.
Si fuera una parte del cuerpo: Los ojos.
Si fuera un CD: Burn the Sun by ARK.
Si fuera una canción: Forever in Love by Kenny G / Absolute Zero by ARK.

Si fuera una asignatura: Biología.
Si fuera un deporte: Natación / Baile.
Si fuera un número: 26.
Si fuera una edad: 18.
Si fuera un color: Morado!
Si fuera un invento: Letras.

Si fuera una película: Forrest Gump.
Si fuera una carrera profesional: Medicina. / Fotografía.

Si fuera un país: Inglaterra.
Si fuera un sentimiento: Felicidad
Si fuera una virtud: Espontaneidad.
Si fuera un defecto: Impuntialidad.
Si fuera un libro: Antes los ojos de la ley by Miguel Batista.

Gracias a Pé.
De quien tomé el cuestionario.


*Photography by
Nightmare*

martes, 1 de abril de 2008

Elementos


Elementos

Sentimientos al borde de un precipicio, cuelgan de un delgadísimo hilo de plata.
Pensamientos que recorren los caminos de la mente y se cobijan en fosas de la memoria.

Sombras que atraviesan las distintas veredas del alma,
y matices que se divierten creando singulares degradaciones de emociones.

Excentricidades que se crean en la retorcida mente de una muñeca de porcelana
y ojos profundos y cristalinos, que revelan los secretos mejores guardados.

Falacias que descansan sobre el desnudo cuerpo de la lujuria,
tendido sobre una plana y fría superficie, en espera de una autopsia.

Rituales etílicos que se realizan a diario lastimando seres, creando humanos.
Días imaginarios, carentes de pasión, donde la tristeza brilla por su ausencia
y el dolor es imposible de encontrar.

Lluvia y lágrimas caminan de la manos, camuflajeádose la una con la otra,
evitando llamar la atención de aquellos que nunca se percataron de ellas.

Cuerpos que salpican sus pies en un mar de gritos escalofriantes.
Lamentos reales que sólo los sordos escuchan dentro de una estructura
donde cuatro paredes rojo carmín se levantan alrededor de ilusiones imberbes.

Solitarias siluetas con deprimentes aspectos se entrecruzan en cielos oscuros
mientras que en tierra firme, reclutas del olvido danzan al compás de melodías infinitas.

Luces que aturden pupilas agotadas de contemplar el vacío en espera de algo inusual
y pulmones exhaustos de recibir con los brazos abiertos al despreciable oxígeno.

Silencios que estrangulan las palabras sumergidas en las emanaciones de la arrogancia
cuyo destino continúa siendo un enigma para la vesania.

Se encuentra todo, cuidadosamente colocado, en el interior de un cofre antiguo y desdeñado,
destruido y reestructurado, misterioso y anhelado, albergado en un lugar curioso,
todo en un corazón que al destierro fue enviado.

Cri Rivera.

Lunes, 28 de enero del 2008.

*Photography by Eliza.


Cuatro Paredes


Cuatro Paredes

Son cuatro paredes tornasol, de aquellas que conmutan sus matices.

Son cuatro paredes, a veces púrpura, a veces grises.

Son cuatro paredes que encierran mi alma,
son cuatro pareces que revuelven mi calma.

Son cuatro paredes confusas,
esas que unas veces están claras,
pero mayormente permanecen oscuras.

Son paredes lúgubres, que encierran secretos,
Son vacías e insípidas, hechas de concreto.

Me atrapan, me encierran,
Me limitan, me condenan.
Son parte de un difunto aposento,

Donde todo gira alrededor de memorias,
Un gran cofre repleto historias,
Con o sin final, pero a este punto, ¿qué me puede importar?

Coleccionista de epitafios,
Buscando siempre en los obituarios de mi imaginación
Alguna señal, alguna razón,
Algo que le dé sentido y le otorgue vida a esta cruda habitación…

Cri Rivera.
Martes, 13 de noviembre del 2007.

*Photography by Unknown.

Recuerdos


Recuerdos

Recuerdos, recuerdos que nacen en el interior de la fosa de la memoria.
Recuerdos felices, de infinitas noches junto a tu ser.
Noches sintiendo tu cuerpo junto al mío.
Haciendo que ese momento a tu lado fuese perpetuo.

Y mi imaginación juega conmigo una vez más,
me traiciona y me recuerda las noches rebosadas de lujuria,
lujuria de la cual sólo las sabanas fueron testigos.

Cuerpo al que tocaste con esas suaves manos,
deslizando tus dedos por mi pecho,
dibujando círculos sobre el,
trazando líneas oblicuas sobre la superficie de mi alma.
Juegas como un niño con la estrella entre dos montañas
y tu lengua traza senderos que conducen hasta las planicies interminables de mi torso.

Tu boca besa mi firme cintura dejando huellas de un suspiro alentador,
haciendo que mi interior exprese a gritos el deseo de que me toques por dentro,
despacio, dejo que mis manos se paseen por tu espalda,
noto el cambio en tu mirada.

Tu mirada, perforando mi ser con cada respiración que dejo escapar sobre tu piel.
Tus manos, oh esas manos!
Recorren suavemente mi cintura, y se pasean por mis caderas.
Esas manos de un dios que recorren tierras santas y llenan los rincones de magia.

Manos que fueron moldeando mi vientre
deteniéndose al llegar a mis piernas
cuando un gemido nació de mis adentros y traspasó mi boca
llegando a tus oídos y haciendo eco en ellos.

Y durante ese segundo, te pertenecí.
Mi alma se fusionó con la tuya,
mientras que mis besos se fundieron en tu boca.
Tus latidos se combinaron con los míos en el renacer de nuestro interior...

Todo para despertar,
fría y radiante en esta eterna y cruda soledad...

Cri Rivera.
Amee Rosario.
Martes, 23 de octubre del 2007.

Gracias por tu colaboración

*Photography by Unknown.

Alma Perdida


Alma Perdida

Las nubes de algodón blanco y dulce azucarado, cubrían el cielo aquella tarde de octubre, cuando al mirar a través de la pequeña y rectangular ventana de la fosa de la memoria divisé una extraña figura.

Misteriosa y melancólica, llevaba el paso lento y caminaba cabizbaja, parecía tener sobre sus hombros el peso de mil hombres robustos.

Sus manos, marcadas por las líneas de los mapas del tiempo del antiguo reloj de bolsillo que acababa de extraer de su descolorado pantalón de vestir, dejaban escapar cada segundo que aquel viejo artefacto le proporcionaba. Los segundos se resbalaban, con cada tic-tac del aparato, entre sus dedos como si de agua se tratase.

Y aquel intervalo de su angustiosa existencia fue interrumpido por el frio líquido de la lluvia maldita que se atrevió a mojar desvergonzadamente su canoso cabello, marcado por los años de crueldad y maltratos impartidos hacia el mundo.

Pero lo que más atrajo mi atención hacia aquel personaje, esculpido por las manos de la maldad y la lujuria, fueron sus ojos; fríos y salvajes, de mirada despiadada que desembocaban en un pozo de violentos y sanguinarios sentimientos. Todo un mundo de brutales e inhumanos encuentros físicos, mentales, emocionales, psicológicos y sexuales se reunían todas las noches en su perturbada cabeza para hacer eco de las feroces maneras en las que había hecho correr a la sangre despavorida de los cuerpos de sus víctimas.

Y mientras el agua golpeaba suavemente su marchita carne, la sangre de las pobres almas que habían osado cruzar su camino se esparcía por las calles y abandonaba su cuerpo.

El putrefacto olor que desprendía de su espíritu era perfume para los cuervos que seguían atentamente sus pisadas, esperando que aquella alma en pena pereciera para celebrar un festín en nombre de los dañados por la malicia de aquel demonio.

Y la helada lluvia fue sustituida por la espesa neblina que cargaba consigo el manto oscuro de la noche.

Y los ojos de aquella alma desdichada y maléfica, aquellos testigos del sadismo y de la angustia de sus víctimas, pasaron de rojo carmín a violeta.

Y los ojos de aquella alma lasciva y desperdiciada perdieron su color, a la vez que su pupila, su iris, su cornea y su cristalino se volvieron uno solo; todo esto antes de que sus ojos se convirtieran en polvo y lo abandonaran para irse volando junto al viento de las tinieblas.

Asimismo, su cabello se desprendió de su cuerpo y se convirtió en negras cenizas que formaron parte del suelo que, minutos después, lo vio caer y lo envolvió en la dureza del portal hacia el infierno.

Y los pájaros negros lo rodearon y, sin esperar a que su carne perdiera la frescura del sabor a corrupción, lo condenaron a una eternidad de sufrimiento, mientras picoteaban sin piedad su alma, tratándolo como una de sus víctimas, tratándolo como alma perdida….

Cri Rivera.
Sábado, 20 de octubre del 2007.

*Photography by Unknown

Aurora


Aurora

A veces parece estar lejos, mientras su mirada se pierde en el vacío en espera de encontrar una razón, una respuesta.

Mantiene su mirada fija en el horizonte, mientras que el Sol se luce una vez más con su efímera muerte espectacular. El Astro de fuego teñía los cielos de matices anaranjados y rojos mientras continuaba su suicidio diario y se sumergía en las frías aguas del mar.

Ella, continuaba contemplando el horizonte, ahora decorado con aquel inolvidable crepúsculo.

Aquel crepúsculo que marcaba el fin de un capítulo.

Aquel crepúsculo que estaba destinado a ser el último de aquella historia de amores perdidos, promesas olvidadas y palabras vanas que se preparaban para desaparecer en el fuerte viento de aquella tarde de otoño.

Su cabello, negro como la oscuridad de la noche que pronto la acompañaría, danzaba al compás de aquella brisa que rozaba suavemente su delicada y pálida piel.

Sus ojos, sin un color definido, pues todo un arcoíris de sentimientos confusos se anidaba en ellos, se encontraban cristalizados por el brillo infinito de una lágrima nunca derramada. La calidez de su mirada estaba extraviada y, ahora, aquellas ventanas a su alma se encontraban tapizadas de agonía y desesperanza.

La Luna, plateada y espléndida, intentaba de todas las maneras posibles opacar la belleza de aquella mujer, pero le era imposible; pues, a pesar de que la tristeza envolvía a aquella hermosa criatura, ella se mantenía delicada, a veces gentil, poseedora de sensuales y cautivadores movimientos que le otorgaban, sin duda alguna, el título de diosa.

Y así el manto de la oscuridad y las tinieblas de la noche cubrieron todo el territorio.

Y las aguas del mar pasaron de azul turquesa a negro, un negro que simbolizaba la perdición, la muerte de aquellos sentimientos oscuros que cual bella dama albergaba en su interior.

Y sus ojos se llenaron de aquellas aguas malditas que llegaban a las costas y se besaba descaradamente con la indefensa arena.

Misericordia! Nada más… Imploraba misericordia a un ser supremo del cual, no estaba segura si existía o era tan sólo un vago invento de su imaginación, creado para sentirse querida, creado para no sentirse asustada en los solitarios caminos de aquella fosa remota a la que le otorgaba el nombre de memoria.
Pero encontró un pedazo del viejo valor descansando a un lado del lúgubre sendero, lo tomó y se aventuró en aquellas fosas malditas que una vez acogieron a los recuerdos de color rosa y amarillo, recuerdos felices y sonrientes, recuerdos de la infancia alegre que nunca tuvo y nunca tendría.

Repentinamente aquellos bastardos recuerdos se ahogaron lentamente en conjunto con los pulmones de Aurora, aquella misteriosa y silenciosa mujer que acababa de contemplar el último crepúsculo de su sufrida existencia. Aquella extraña pero preciosísima mujer que, sin más razones que el dolor que cargaba en su interior, se lanzó al mar en espera de un consuelo, en espera de que el cloruro de sodio de aquel gran cuerpo de agua lavara aquel infinito dolor que había elegido su persona para descansar y vivir eternamente...

Cri Rivera.
Jueves, 4 de octubre del 2007.


*Photography by Terry Rowe.